domingo, 8 de julio de 2012

La tarjeta alimentaria


Al igual que la sociedad del bienestar preconiza el acceso a la sanidad universal y gratuita, uno de los grandes logros del Estado colectivista y de la socialdemocracia; propongo a nuestros políticos populistas del PPSOE y nacionalistas centrípetos de los reinos de Taifa, la creación de la tarjeta alimentaria. 

A cambio de una notable -pero justificada- subida en los impuestos directos e indirectos, todos los ciudadanos independientemente de su nivel económico y social tendrían acceso a la alimentación universal y gratuita, dando así cumplida cuenta del art. 15 de la Constitución española, que formula el derecho a la vida.

Al igual que la tarjeta sanitaria nos permite ir al médico cuantas veces necesitemos o deseemos y obtener medicamentos gratis o a un precio subvencionado; la tarjeta alimentaria nos permitirá obtener alimentos, bebidas, artículos de limpieza para el hogar, etc. y todo de manera gratuita y sin discriminación alguna por razón de sexo, edad, religión, raza o nacionalidad. Hagamos que sea posible, de una vez por todas, la tan ansiada aspiración de igualdad y bienestar colectivos. Basta ya de estrecheces a final de mes. Es posible disponer, mediante la solidaridad fiscal, de un Sistema Universal y Gratuito que cubra la primera necesidad humana: La alimentación. 

Para evitar abusos por parte de algunos ciudadanos desaprensivos, el primer paso será la creación del Ministerio de Alimentación Social, con sede en Madrid y delegaciones en todas las provincias y ayuntamientos de España. Su misión será inicialmente organizar el sistema de distribución  comercial de tal forma que se ponga coto al excesivo ánimo de lucro que actualmente impera en el sistema capitalista. A cada ciudadano, en función de su residencia -como ya sucede en la enseñanza pública- se le asignará un supermercado donde podrá acudir con su tarjeta alimentaria y adquirir, sin limitación alguna, los alimentos que necesite para vivir dignamente; tal y como consagra nuestra Carta Magna y la Declaración Universal de Derechos del Hombre. El Ministerio de Alimentación Social reembolsará periódicamente a los supermercados y distribuidores, tal y como viene ocurriendo en el sistema farmacéutico, los importes correspondientes a los abastecimientos realmente efectuados. 

Para el adecuado uso de los fondos públicos, queda terminantemente prohibido:
1. Acudir a los supermercados sin necesidad alimentaria real; es decir, se prohibe ir a comprar sólo porque alguien esté aburrido en su casa.
2. Consumir más alimentos de los estrictamente necesarios para estar razonablemente bien alimentados. 
3. Acumular alimentos y artículos en los domicilios particulares puesto que inevitablemente caducarán. 
4. Extraer alimentos para enviarlos a familiares y amigos en terceros países o ser revendidos a las mafias.
5. Regalar o revender alimentos a turistas y no integrantes del Sistema de Alimentación Social (SAS).
6. Alimentar al ganado o mascotas con alimentos destinados al consumo humano.
7. Empadronarse fraudulentamente en otro domicilio con objeto de acudir a un supermercado mejor o preferido.
8. El tabaco y las bebidas alcohólicas, excepto cerveza y vino, quedan fuera del SAS.
9. Oportunamente se publicará un Reglamento donde se detallarán los procedimientos y los sistemas de control, supervisión y sancionador.

Con este iniciativa progresista, España será líder mundial de la sociedad de bienestar, alcanzando el noble anhelo de conseguir una sociedad más justa e igualitaria donde todos podamos comer lo mismo sin distinción alguna. El sistema de seguridad social, por tanto, no se circunscribirá a la educación, desempleo, pensiones y salud; sino que haremos una extensión de derechos hacia aquello que todavía es más perentorio: una alimentación universal y gratuita. 

3 comentarios:

  1. Muy bueno Pepe. Veo que el vídeo que puse el otro día te sirvió de inspiración jeje. Lo malo de la ironía y el sarcasmo es que no todo el mundo lo entiende y con esto, aunque no lo creas, le estás dando ideas a algún político iluminado que mientras lee, asiente ajeno a que es una reducción al absurdo lo que planteas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto, puede que algún descerebrado tome nota y nos joda un poquito más. La idea es hacer una analogía con la tarjeta sanitaria.

      Eliminar
  2. Yo me pido jamón ibérico para merendar y unas gambitas de Huelva... es un decir. Pero seguro que los reguladores piensan que esa dieta no es políticamente correcta...ja,ja. Lo triste de este relato es que como dice Ignacio a muchos políticos no les importaría crear este absurdo.

    ResponderEliminar