Hace justo una semana me robaron el scooter en el garaje de mi edificio; dentro de su maletero estaban los 10 cuadernos para mis alumnos del curso de "Función comercial", que iniciaba esa misma mañana en una empresa de informática. Cuando salí del aula me dirigí a poner la denuncia en una comisaría de policía de Santa Cruz de Tenerife, donde tuve que aporrear la puerta dos veces para "animar" a que los funcionarios (polícias) se dignaran tomarme declaración. Corroboré mi idea de que la Administración no sólo quiebra las empresas sino que es experta en cabrear a los ciudadanos. Durante los 45´ que duró la espera, llamé a mi amigo Emilio, que lleva toda una vida en la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil (menos mal que no es civil como su nombre erróneamente indica, sino militar) y me dijo que la susodicha seguramente ya estaría siendo despiezada para canibalización (las motos comen otras motos); lo cual no me pilló de sorpresa.
He decido comprarme otra moto similar y he iniciado el laborioso proceso de búsqueda, análisis y comparación de candidatas a ser encadenadas, a partir de ahora, cada noche en una fría columna del garaje. Entre ayer y hoy he visitado 4 concesionarios de la ciudad, he probado 3 motos distintas y los vendedores han sido todos amables; lo que me ha extrañado es que todavía no me hayan preguntado cuáles eran mis necesidades o preferencias como motorista, no me hayan hecho ninguna oferta ni pedido una decisión de compra; ni siquiera mi teléfono para hacer un seguimiento comercial. Conclusión: la amabilidad es condición necesaria pero no suficiente para vender; son necesarias las técnicas de venta. Saludos.